Es temprano en la mañana y mientras algunos estarían soñolientos, arrastrados por la rutina, Wanda llegaba a su sesión fotográfica con una energía positiva y una sonrisa súper contagiosa. De esas personas que brillan e irradian luz a donde sea que van. Eso, combinado con el inevitable glamour de vestir bien a los 58 años de edad.
Con el pelo blanco y los labios rojos, nos leyó los capítulos de su vida que la hicieron convertirse en la Mujer con Misión que es hoy en día. Desde su crianza en el campo de Comerío con una madre inspiradora, hasta cómo volvió a quererse a sí misma después de una relación de pareja que le hizo mucho daño.
“YO ME DI EL DERECHO DE AMARME. YO ME DI EL DERECHO DE SER FELIZ. POR ESO ME GOZO CADA MOMENTO”
Desde entonces, decidió cambiar su vida para convertirse en la mujer que siempre quiso ser: libre y segura. Años más tarde se encontraría inspirando a otras mujeres, que como ella, buscan disfrutar el proceso de envejecer. Sin importar las canas, las arrugas o las reglas absurdas estipuladas por la sociedad.
Fue a través de su blog, que abrió hace cinco años, que tuvo la oportunidad de dar a conocer su verdadera yo. Una mujer que no le tiene miedo a nada y que tiene el genuino deseo de ayudar a los demás.
Pero, su seguridad no fue una transformación que sucedió de la noche a la mañana. Fue un encuentro frente al espejo, luego de muchas noches de llanto, lo que la llevó a hacer con las paces con sí misma.
“Ese encuentro conmigo misma marcó lo que soy hoy en día. ¿Quería ser una mujer amargada, triste, llena de complejos e inseguridades? ¿O quería disfrutarme la lluvia, mi pelo con canas y el que me dijeran abuela?”, cuenta la madre de tres hijos.
“NOSOTRAS LAS MUJERES AMAMOS A TODO EL MUNDO Y NOS DEJAMOS PARA ÚLTIMO. SE NOS OLVIDA QUERERNOS Y ES ALGO QUE TENEMOS QUE APRENDER A CULTIVAR”.
La decisión estaba clara. Quería aprender a quererse. Y fue ese amor propio lo que la llevó a sanar, a perdonar y empezar de cero una vez más.
Por eso, todos los domingos se dedica el tiempo de hacer las cosas que le gustan y la hacen feliz. El olor a café en la mañana, el leer un libro acompañado de brisas esporádicas… son esos simples momentos los que la hacen reconectar consigo misma.
Ahora está en su mejor momento: feliz con su pareja de 10 años, intentando primeras veces, rompiendo estereotipos y creando nombre en un ambiente dominado por chicas mucho más jóvenes.
Pero eso no la detiene. Con un alma libre y un espíritu jovial, va por la vida alimentando su fuerza y gritando agradecidamente al universo, mientras baila sobre una nube de sueños por cumplirse.
Me encantó. Wanda Gisela es una guerrera. Llevo diez años blogueando y así la conocí. Es una madre excepcional y lo mejor es que ayuda a otras madres y mujeres a capitanear los gastos del hogar. Digno ejemplo que el ayudar empodera y los años nada tienen que ver con ser fabulosa.