Lanzarse a vivir una experiencia en el extranjero es sumamente emocionante. La aventura comienza desde el momento en el que decides buscar información sobre la ciudad que se convertirá en tu nuevo hogar. Lo que aún no sabes es que este viaje a lo desconocido no solo aportará conocimiento a través del curso, diploma o proyecto que decidas emprender, sino que te ayudará a crecer y a desarrollar competencias que te formarán como persona y te acompañarán por siempre.
Dejar a tu familia y amigos para trasladarte a otro país puede sonar aterrador en un principio, pero créeme que será una de las mejores y más gratificantes experiencias de tu vida.
Aprenderás a valorar la multiculturalidad
Una de las mayores ventajas de vivir en el extranjero es la exposición que tendrás a otras culturas, costumbres sociales, ideologías políticas, religiones, tradiciones, en fin todo aquello que constituye un pueblo. Experimentarás de primera mano otras culturas y con ello verás con claridad que todos en el fondo somos humanos con más similitudes que diferencias. La estancia en otro país hará que amplíes tu visión de todo lo que nos rodea, te proveerá la capacidad de intercambiar opiniones desde otra perspectiva y además aceptar discrepancias con mayor facilidad. Después de esta experiencia –y más que nunca– valores como el respeto y la tolerancia estarán presentes a lo largo de tu camino por la vida.
Recomendación: haz un esfuerzo por rodearte de personas locales. Son ellos quienes te llevarán a conocer la autenticidad y singularidad de su cultura y ciudad.
A expandir tu paladar
El concepto mismo de ‘viajar’ engloba aprender, descubrir y probar… entonces prácticamente por ‘default’ (y si te lo permites), vivir en el extranjero te llevará a enamorarte de olores, sabores, especias y recetas que jamás pensaste podrían convertirse en tus favoritos. ¡De eso se trata, atrévete a adentrarte en otras culturas a través de su gastronomía!
Recomendación: cuando visites restaurantes, evita ordenar siempre el mismo plato, de esta manera aprovecharás cada salida para degustar algo nuevo.
A abrazar las despedidas
Al igual que tú, muchas otras personas han decidido mudarse a esa ciudad por un periodo de tiempo determinado. Por tanto, llegará el momento de despedirse de aquellos que formaron parte importante de lo que al principio parecía ser un lugar extraño. Desafortunadamente las despedidas serán cada vez mas frecuentes, sin embargo menos duras. Este es uno de los puntos agridulces de vivir en el extranjero del que pocos hablan. La montaña rusa emocional a la que te enfrentarás no debe desanimarte, en cambio verás que estas experiencias fortalecerán tu carácter.
Recomendación: aprovecha al máximo que ahora tienes amigos por el mundo, viaja y visítalos.
Aprenderás a afrontar las dificultades con coraje, responsabilidad y buena cara
Vivir lejos de casa implica estar literalmente ‘on your own’. Ni familiares ni amigos cercanos podrán sacarte de apuros, hacer diligencias por ti, ni cuidarte cuando te enfermes. Mientras vives en el extranjero pueden suceder muchísimas cosas, desde tener que salir del país a renovar tu visado, manejar una situación legal en un idioma que no dominas, atravesar una ruptura amorosa (con quien se quedó en casa diciéndote que todo estaría bien), ir al hospital en ese país extraño, sobrellevar la muerte de un familiar o hasta lidiar con una pandemia.
Con cada desafío aprenderás a canalizar tus emociones y a desarrollar resiliencia para así manejar situaciones difíciles con valentía e independencia. Esta experiencia te obligará a poner a prueba tu capacidad de adaptación y conocerás aspectos de ti que jamás habías observado. Cada reto superado, por pequeño que sea, será una batalla personal ganada.
Afrontar el cambio es todo un tema y según el lugar al que vayas estos se presentarán a diferentes escalas. Por ejemplo navegar un sistema de transporte distinto, acostumbrarte a otro clima (y cómo vestir adecuado para el mismo), aprender otro idioma y adaptarte a nuevas normas sociales.
Recomendación: Identifica una actividad o pasatiempo que te lleve a conectar con ‘la vida que llevabas antes de mudarte’ y practícalo por lo menos dos veces al mes. Esto te ayudará a mantenerte conectada y centrada en momentos que te sientas abrumada.
A apreciar más tus raíces y lo que dabas por sentado en tu país de origen
La lejanía, esas caras desconocidas que cruzamos en el camino, las costumbres con las que no logramos encajar y el saber que nunca dejarás de ser extranjero, te llevarán a apreciar aún más tus orígenes. Experiencias que solían parecer insignificantes –en mi caso el eterno verano, los atardeceres frente al mar, reunirme con seres queridos cuando se me antojase, por mencionar solo algunas– ahora mirándolas desde el otro lado del mundo, cobran total sentido.
Por alguna extraña razón el orgullo patrio crece exponencialmente con el pasar del tiempo, pues a todos queremos gritar (con más fuerza) de dónde venimos y lo espectacular que es nuestra tierra y su gente. Apuesto a que poco a poco te convertirás en la mejor embajadora de tu país, la mejor cocinera de platos típicos y hasta una agencia de viajes ambulante.
Recomendación: reconoce y valora la sencillez del momento presente, ya que es el único que cuenta. ¡Que los recuerdos vivan en ti, mas tu no vivas de recuerdos!
Cuando regreses a tu país, verás que de nada valió todo el tiempo que pasaste preocupándote por tu partida, pues en casa todo sigue prácticamente igual. ¡Ahora eres tú quien lleva un par de pantalones con los bolsillos llenos de seguridad, una blusa bordada de autoestima y unas ganas insaciables de seguir conociéndote y conociendo el mundo! Ahora desde el prisma de un nuevo tú compuesto de los que dejaste ‘atrás’ y el hoy.
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