A más de cinco mil millas de distancia, en el centro del Pacífico, un archipiélago de islas componen a Hawaii, un destino glorificado con cráteres volcánicos, rodeado de olas, playas, cascadas, una flora abundante y arcoíris diarios naturalmente programados para la mañana o la tarde.
Para una island girl como yo, que me crié con los dedos en la arena y el sol tostándome, viajar de una isla a otra (en un vuelo de dos escalas y más de 10 horas) podría sentirse innecesario. ¿Quién necesita más playas cuando vives en el medio del Caribe?
Hasta que pisas suelo hawaiano y su refrescante brisa te abraza, uno que otro local te saluda con su icónica señal de shaka, dejándote claro que será un viaje mágico rodeado de una vibra inigualable: el espíritu del aloha.
Un concepto de su cultura que reúne los valores de amistad, compasión y solidaridad. Más que un “hola” y un “adiós”, se basa en la manera en que viven, como tratan a los demás. Es una consciencia cultural pasada de generación en generación, una energía que se queda contigo a donde quiera que vayas.
Con levantar los dos dedos extremos de tu mano manteniendo el puño cerrado, un gesto que los locales usan mientras guían, en conversaciones y prácticamente en muchos momentos de su día, saludas, das las gracias y “you hang loose“.
Así que hanging it loose, sin mucha planificación, (los pasajes se compraron dos meses antes del viaje), en once días recorrimos de extremo a extremo la tercera isla más grande de Hawaii, Oahu, fluyendo con el espíritu del aloha y todo lo que sucediera en el camino.
El corazón de Hawaii, Honolulu
Rodeada por un cráter volcánico, Honolulu es la ciudad más grande de Hawaii y la capital de su isla, Oahu. Es el corazón palpitante del archipiélago y allí comenzó nuestra aventura.
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La primera noche
Después de llegar a nuestro primer airbnb, atesorar la vista de Diamond Head desde nuestra ventana y un chapuzón refrescante que recargó energías, salimos a hallar un lugar para cenar que nos regalara una primera noche memorable.
Justo mientras el sol decidía retirarse por el día, llegamos a tiempo al hotel Moana Surfrider, en Waikiki, para despedirlo junto a un mar de espectadores. Culminando la velada con el ritmo y la gracia de una bailarina de hula, música en vivo y cenando a pasos de la famosa playa, Waikiki Beach.
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Alrededor de la isla, los Banyan Trees son comunes y de vuelta a la habitación no pudimos ignorar el que abraza al International Market Place. Aunque ahora el market es un centro comercial moderno, el árbol de más de 100 años continua siendo su centro y esencia.
Así sea para irte de compras o simplemente apreciar el histórico árbol, es una parada que no te querrás perder.
Waikiki
Comenzando nuestro día no podíamos contener la emoción de conocer el famoso barrio de Waikiki, en Honolulu, Oahu. Reconocido mundialmente no solo por haber sido el hogar de la realeza hawaiana por muchos años, sino también por haberse convertido en la principal zona turística y hotelera de la isla. It’s where everything happens!
Aunque concentra un alto número de turistas, es el lugar ideal para adentrarse en el mood de las vacaciones.
A lo largo de la avenida principal, Kalakua, encontrarás tiendas de lujo, como Cartier, Tesla y Prada, restaurantes y barras, lugares de entretenimiento y por supuesto, un gran número de hoteles alfombrados por la famosa playa de Waikiki Beach.
Fue allí que abrazamos el sol mañanero, con la arena y las olas besando nuestros pies, dando un relajado paseo por la orilla antes de continuar con nuestros planes del día.
Después de un poco de Vitamina D, el hambre y las ganas de café nos llamaban. Habíamos escuchado de ARVO, un coffee shop local, que aunque está alejado de Waikiki, tiene una decoración súper “instagrammable” y ofrece una buena variedad de café y desayunos saludables.
Caminando, con nuestra barriga llena y el corazón contento, nos topamos con otro Banyan Tree. Acostados a sus pies, nos regaló una brisa fresca y una buena conversación. De esos pequeños detalles que llenan tu día.
Luego para el almuerzo, Cheeseburger Waikiki se auto nominó como uno de los spots favoritos durante nuestra estadía en la ciudad. Americanizado, pero la conveniencia de almuerzos simples y tragos tropicales a precios módicos resolvía para continuar con el día.
A su lado, se encuentra Waikiki Brewing Company, una cervecera local con dos barras en la isla. Una de ellas está en Waikiki así que es un must para probar sus cervezas artesanales.
Ya de noche nos escapamos del bullicio de la ciudad en la terraza del restaurante Hideout, dentro del hotel Laylow, que ofrece comida moderna hawaiana, con fusión asiática, música en vivo y cócteles sofisticados. Una joya escondida en la ciudad, ya sea para cenar, almorzar o desayunar.
Diamond Head
El nuevo día comenzó con la meta de escalar el volcán inactivo de Diamond Head, no sin antes hacer una parada necesaria en la playa para complacer la vena caribeña.
A los pies del cráter se encuentra Diamond Head Beach Park, una playa que lleva su nombre. Es concurrida por surfers locales, y cuando las olas no están muy grandes también se puede hacer snorkeling en su arrecife de coral.
Nos aseguramos de llegar a la entrada del cráter antes de las 4:30pm (es la última salida permitida ya que cierran a las 6:00pm y el hike toma una hora y media aproximadamente) y comenzamos a subir la montaña sin muchas expectativas de lo que nos esperaba.
Desde un lado se decoraba el cielo con un arcoíris y desde otro, se acostaba el Océano Pacífico y el sur de la isla. Un total de 227 pasos para llegar a la cima de lo que un día fue un volcán y cientos de miles de años después de erupcionado, un punto de vigilancia del ejército estadounidense.
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Mientras bajamos, rojos como un tomate, el sol nos regaló uno de los atardeceres más bonitos del viaje.
El roadtrip por la costa este
Oahu es bien fácil de recorrer. Aunque la isla no tiene un mal sistema de transportación, si te gusta controlar tu tiempo y tus paradas lo mejor para descubrirla es alquilar un carro.
A través de la plataforma digital de Turo, rentamos un Mustang por cuatro días y al instante la diversión comenzó. Ya preparado nuestro mapa con todos los lugares pinned que queríamos visitar, comenzamos por el sureste de Oahu.
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La costa este tiene las vistas más impresionantes así que es obligatorio tomar la autopista de Kalanianaole (es la misma que te lleva al North Shore y visitaremos más adelante). Pasearse por esa ruta es ideal para descubrir las mejores playas y spots.
Primero paramos en Koko Head District Park para ver, desde el estacionamiento, un viejo trail empinado que muchos se ven tentados a hike por lo difícil y complicado que es (algunas áreas están deterioradas). Muchos se quitan a mitad de camino, pero la cima tiene una inigualable vista de la ciudad.
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Hanauma Bay fue la próxima parada y fue un hola y adiós. La bahía naturalmente tiene su atractivo y por consecuencia, se ha convertido en uno de los destinos turísticos más populares de la isla.
Continuamos al Halona Blowhole Lookout, una parada rápida con estacionamiento justo al lado del océano donde podrás ver el chapuzón de agua que provocan las olas al pasar por los tubos de lava debajo del miradero.
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Mientras los carros pasan y los turistas se enfocan en el blowout, justo debajo, media escondida, como quien no quiere la cosa, rodeada de piedra de lava y las corrientes más peligrosas de Hawaii, se encuentra una playas más emblemáticas y excitantes, Halona Beach Cove.
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Si tienes tiempo, la pequeña pecera de agua salada refrescará tu día con regocijo, así sea tomando sol relajadamente en una esquina o sacando tu lado aventurero, zambulléndote desde las rocas.
Es la playa para desconectarte y conectar, y si andas con suerte, ver un perro local nadando como todo une experto entre la marea.
Vámonos para el North Shore, pero antes…
El jet lag nos levantó temprano y salimos a conquistar el amanecer con la brisa en nuestro rostro, mientras guiábamos nuevamente por la costa este. Esta vez con la intención de alejarnos por completo de la ciudad y llegar al norte de la isla, un destino mucho más laid-back y menos turístico.
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Una mañana para toda la vida
Como teníamos tiempo, antes de despedirnos, teníamos que continuar recorriendo y descubriendo la costa. Paramos en Makapu’u Point Lighthouse, el máximo punto del este, para subir hasta la cima donde se encuentra su faro.
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En la subida pavimentada, varios miraderos te esperan para descansar o detenerte a observar la costa, pero la verdadera vista la encuentras al llegar a la cima.
El mejor comienzo que tu día pueda tener es toparte con la imagen del Océano Índigo cubriendo el horizonte, tres islas nacidas a la distancia y el silencio de la naturaleza. Ese silencio que te invita a conectar con otro silencio, el de tu interior.
Sentada al borde del orificio, sintiendo el espíritu del aloha, cerré los ojos para meditar e ingerir el presente de una hermosa mañana. Fue allí que el chapuzón lejano de las ballenas, que pasan por el canal Molokai, justo al frente del faro, me regaló una gratificante sorpresa comprobando así, la magia del lugar.
Mi postal hawaiana favorita
Mientras conduces alrededor del faro, asegúrate de tomarte un momento para disfrutar de la playa que lo acompaña, Makapu’u Beach Park.
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Una bahía agraciada por la silueta que forman sus montañas de piedras negras, que cargan al mirador; contrastada con el azul saturado de las olas, que cargan a sus surfers.
Fue una de mis playas favoritas por los impresionantes paisajes a donde quiera que miraba.
Un lindo vecindario, Waimanalo
Guiando hacia el norte, el pequeño pueblo de Waimanalo nos llamó la atención. Un vecindario rural y tranquilo, vigilado por montañas, de casas bien cuidadas y una vegetación perfectamente irreal.
“Guía como si tus hijos vivieran aquí”, lee un letrero para que los vehículos bajen la velocidad y disfruten del paseo. Quieras o no, te regala un momento para mirar, escuchar y absorber toda la belleza del lugar.
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Su costa la engalanan las playas más hermosas de Oahu. Aguas brillantes y una larga línea estirada de arena suave y blanca y te reciben invitándote a una prolongada caminata, desde Waimanalo Beach Park hasta Waimanalo Bay Beach Park.
A la última los locales le llaman Sherwood Beach (proveniente de Sherwood Forest) por que eso mismo parece, un bosque de árboles de pino/madera en el medio de la playa.
La última parada
Oahu tiene la autopista más larga de todo el estado de Hawaii y arquitectónicamente es brillante. Elevada encima de un valle, los túneles de Tetsuo Harano aparecen en el medio de las Montañas de Ko’olau.
Si el círculo de montañas en sí es impresionante, durante un día de lluvia, la neblina te quitará el aliento.
Si tienes tiempo, detente en Byodo-in Temple, un templo budista, localizado en los pies de estas montañas, creado para conmemorar los 100 años de la inmigración japonesa a Hawaii.
Nuestra casa en el norte
Esperándonos en Pupukea, uno de los vecindarios del North Shore, estaba, en medio de un jardín tropical, la encantadora cabaña donde nos quedaríamos por varios días.
Aislados de todo, rápidamente se convirtió en nuestro pequeño nido de amor.
Con los detalles simples y encantadores que la adornaban, el aire fresco fluyendo, las ventanas transparentes que visibilizaban los árboles a nuestro alrededor, era fácil querer quedarse en nuestra casa lejos de casa.
Sin atraerlo, nuestra estadía en el North Shore se aguó varios días así que la lluvia se convirtió en la mejor excusa para volver y disfrutar de un rato relajado en medio de la naturaleza.
El host vive en la propiedad, pero ni se siente. El baño está fuera de la casa, pero la caminata, entre tantos árboles y naturaleza, es una buena manera de centrarte para comenzar o terminar el día.
Una mirada local
The Sunrise Shack
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Los cafés y food trucks que se alinean en la autopista Kamehameha (cuando digo autopista, una vez en el North Shore, hablamos solo de una carretera principal) son paradas convenientes y rápidas antes de llegar a la playa o después de un largo día.
The Sunrise Shack, frente a Sunset Beach, se ha convertido en una de esas paradas obligatorias, mientras te paseas por el norte.
Creado por un trío de surfers locales, su distintiva estética amarilla, llamativa decoración isleña y la variedad de opciones saludables atraen la atención de todos los que por allí transitan.
Haleiwa Town
El histórico y pintoresco pueblo de Haleiwa conserva de los edificios construidos durante la época de plantaciones de azúcar, cuando muchos inmigrantes (incluso de Puerto Rico, pero mayormente de Asia), llegaron a la zona a trabajar.
Hoy en día el pueblo es centro de entretenimiento y mucho surfing. Las olas de sus playas han sido uno de los atractivos principales a través de los años y se ha convertido en el lugar para las competencias mundiales y grandes casas del deporte.
Además, está repleto de tiendas locales, galerías de artes, surf shops y restaurantes. Por el diverso trasfondo cultural de Haleiwa, ofrece una gran variedad gastronómica.
Encontrarás desde comida tailandesa, japonesa y koreana, hasta mexicana, y claro, opciones más locales, como mariscos frescos, quinoa y el tradicional Shave Ice.
Mientras visitábamos, satisficimos el hambre con el mejor pollo en barbacoa que he probado en mi vida, el del food truck Korean BBQ.
Tallando madera de generación en generación
Cuando viajas, la mejor manera de descubrir y adentrarse auténticamente a lo local es guiar. Parar donde tu intuición te llame parar.
Guiando sin un destino en particular en mente, vimos a un joven tallando madera y varias impresionantes figuras posando a las afueras de Ohana Island Creations. Sin pensarlo mucho viramos a ver de qué se trataba.
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Años de tradición y cultura se plasman en sus creaciones, desde tikis de distintas maderas y tamaños, hasta obras complejas, con mucha atención al detalle y de dimensión natural. Elementos principales de la vida hawaiana cobran vida por las manos expertas de esta familia de talladores.
Tonu, quien le ha heredado la pasión de tallar madera a sus dos hijos y ha viajado alrededor del mundo creando gigantes esculturas en madera, te recibirá con una sonrisa y listo para explicarte la rica historia detrás del arte de su familia.
Luau time: ¡qué empiece la fiesta!
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Una visita a Hawaii no está completa sin ir a un luau, una tradicional fiesta hawaiana llena de entretenimiento, baile, música y mucha comida. Porque era mi cumpleaños decidimos celebrarlo conectándonos con esta tradición.
Aunque nos hubiese encantado poder ir al Polynesian Cultural Center, tuvimos suerte de conseguir boletos a última hora para el espectáculo de Chief’s Luau, globalmente conocido como uno de los mejores luau en Oahu.
Dirigidos por su particular sentido del humor, la danza y la música aprendimos sobre la cultura polinesia y su influencia en Hawaii.
Mientras reíamos, comimos de un banquete protagonizado por el típico lechón de Kalua (es una necesidad probarlo) y bebimos vino y cerveza. ¡Una noche para el libro de memorias!
Explorando la rica naturaleza
Oahu tiene su encanto, eso lo sabemos, pero no solo cuando de playas se trata. La isla también es hogar de muchos jardines botánicos, cascadas y una rica naturaleza nativa y de distintas partes del mundo.
Esta vez alquilamos un Jeep para explorar algunos de estos lugares en un día, entre ellos el Ho’omaluhia Botanical Garden, las Maona Falls y el Nu’uanu Pali Lookout.
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La próxima mañana nos recordó que el viaje estaba llegando a su final. No nos podíamos ir sin darle un vistazo al lado oeste. Aunque no es muy turístico, luego de dar varias vueltas por el área y ver sus playas, un poco escondida encontramos a la cueva, Kaneana Cave.
La cueva se formó hace centenarios atrás y lleva el nombre del dios de la creación, Kane. Los antiguos hawaianos creían que allí nació la humanidad.
Despidiéndonos de la ciudad
El último día en Oahu fue para recapitular lo que se nos había quedado por visitar en la ciudad de Waikiki. Luego de apreciar los murales y el arte urbano de Kaka’ako, continuamos al Barrio Chino donde nos fuimos de thrift shopping en Barrio Vintage.
Culminamos el día en la playa antes de continuar al aeropuerto y despedirnos de uno de los viajes más especiales de mi vida. Conectada al espíritu del aloha vuelvo a mi país lista para la próxima aventura.
Hasta pronto, Hawaii.
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¡Muchísimas gracias! Esa era la intención. Compartir la magia de este viaje tan espectacular que cautivó mi corazón. ¡Feliz de que hayas disfrutado de la historia!🌺🏄🏼♀️ No me canso de ver el vídeo. Es pura magia. Saludos!!
Que maravilla! me parece que viaje a traves de cada relato, cada historia, definitivamente me cautivaste, te felicito, excelente!!! Las tomas y al
final el video; extraordinario!!! 🙏💕🌺