En muchas ocasiones intentamos tener un balance en nuestras vidas y solo una de cada diez veces lo logramos… luego de haber hecho mil malabares en nuestra agenda. Esto nos pasa a todas las workaholics que no paramos de emprender y trabajar sin poder escapar un día o unas cuantas horas de nuestras responsabilidades.
Si eres igual de compulsiva con el trabajo que yo, es probable que te identifiques con estas ocho cosas que solo una hustler experimenta.
1. Planificar un Girls Night Out con tus amigas es toda una misión imposible
¡Nos pasa a todas! Bienvenidas a la adultez. Cuando puedo salir, hay una que trabaja; otra sale muy tarde o tiene un compromiso; otras dos tienen hijos que atender. Si quiero tomarme unas margaritas, otra se quiere quedar en su casa relaxo solo ir a comer.
Es un dilema garantizado y toda una misión ponernos de acuerdo para vernos todas al mismo tiempo y compartir.
2. Arreglarte las uñas, ¿qué es eso?
Si no puedes reunirte con tus amigas, imagínate sentarte a escoger un color (casi siempre me tardo para terminar escoger uno que ni me encantaba), pintártelas, esperar que sequen y luego tocar todo con la punta de los dedos para que no se te dañen. Todo esto simplemente para tener las uñas decentes.
Cuando decido hacer esto es porque tengo la certeza de que estaré todo el día en la cama sin hacer nada más (lo cual es poco usual). De lo contrario es inútil hacerlo en la noche y que en la mañana siguiente amanezcan las sábanas marcadas en las uñas.
3. Tu cerebro cuando estás tratando de ver una serie after-work:
Madrugas para aprovechar tu día, trabajas ocho horas y cuando sales del trabajo tratas de aprovechar lo que resta del día antes de irte a dormir.
Llegar a la casa y sentarse a ver una serie suena ideal para descansar de un día ajetreado, pero recuerdas que debes planchar la ropa de mañana, coordinar tu agenda, bañarte y prepararte algo de comer.
Entonces cuando por fin te sientas a ver la serie, el sueño te vence y tienes que decidir entre estar sonámbula al otro día o rendirte y nunca entender lo que pasa en el primer episodio, que llevas intentando ver desde hace una semana.
4. Coordinar una cita médica es como jugar Tetris
Tienes compromisos de lunes a viernes, a veces no tienes hora de salida, el médico que te atiende trabaja tres días a la semana, y no recibe pacientes después de las 3 p.m. Así que resta llamar a todas las opciones del directorio médico a ver si das con uno que, por lo menos, trabaje sábado.
5. Hacer ejercicio 3 veces en semana se reduce a 30 minutos un día
Empiezas el lunes super pompiá para cumplir con tu rutina de ejercicios. Ya para el martes tienes algo en la tarde y dejas el ejercicio para miércoles. Cada día trae su complicación, llega el viernes y dices “ya hoy no se puede, tengo que coger un break”. Como el resto de la humanidad, esperas al siguiente lunes para empezar de nuevo y se terminas repitiendo el primer paso.
6. Perderte un compromiso familiar es la Tercera Guerra Mundial
Cuando más ocupada está tu semana, alguien de la familia organiza una fiesta y por más simple que sea te esperan allí. Cuando recibes el texto diciendo “te esperamos el sábado en casa de tití, tenemos picadera y cositas de beber, no faltes”, eso te comprometió y no hay vuelta atrás. Si no vas sabes que tienes un año de tragedia familiar y en todos los eventos te recordarán la fiesta que no fuiste.
7. Hacer “window shopping” ya no es una terapia cuando puedes comprar todo por internet
Tu tiempo es tan limitado que ir a pasear al mall es sabotear tu agenda y desatender tus prioridades. Usualmente si no tengo un evento especial o algún compromiso importante no visito un centro comercial, no solo por la falta de tiempo, sino porque detesto buscar estacionamiento y estar atrapada en un tapón para ir de compras o solo ver tiendas.
8. Te sientes “vieja” porque llega el viernes y solo quieres llegar a dormir
Trabajas toda la semana esperando un día para escapar de la rutina y cuando al fin llega un viernes no te quedan ganas de salir. Entonces llega la depresión del weekend y te das cuenta que ya no aguantas un jangueo.
A fin de cuentas… sabemos que eres workaholic, pero eso no debería ser algo negativo si tienes tus prioridades balanceadas. El precio del éxito es trabajar duro, pero siempre habrá tiempo para todo. ¡Deja de sabotearte y disfruta de los pequeños detalles!
- Esconde COMENTARIOS
añade un comentario ↓