¿Cómo olvidar esas peleas de niña y adolescente con tu mamá? Primero, el tópico principal era la hora en que te dabas el baño después de la escuela, después qué tipo de falda estaba permitida usar y luego, hasta qué hora estaba permitido janguear.
Tantas veces que dijimos «no me parezco en nada a ti», «somos súper diferentes», «cuando sea grande voy a ser diferente a ti», para luego chocarnos con la pared de la madurez y darnos cuenta que al final del día somos lo que somos gracias a ella. ¡Con orgullo!
Cada pelea y jalón de oreja logró convertirte en una mujer de bien. Y te aseguro, que aunque los regaños no se acabarán nunca, cada día la entenderás más. ¿Será que te estás pareciendo a ella? Creo que sí…
1. Manías heredadas
Todas las mamás tienen unas manías bien extrañas, ya sea acomodar el armario de ropa por color, poner los antibióticos en la cocina o simplemente la obsesión por la limpieza y el orden. Guess what? Sin darte cuenta esas manías se te han pegado. Ahora eres una psycha limpiando TODO.
2. Las nuevas redes sociales escapan de tu control
¿Kik? ¿Periscope? Olvídate de eso. Pensé que con Facebook e Instagram eran suficiente, pero ahora también tengo que bregar con Snapchat. Too much at once!
3. Usas su ropa
«Mami, eso es de vieja», le decías mientras se vestía. Solías criticar sus gustos, pero ahora su ropa siempre es el Plan B. Le robas sus sortijas o pulseras nuevas sin que se dé cuenta. She doesn’t need to know.
Si no es el caso, de seguro tienes una prenda que ella solía usar cuando joven. Todos sabemos que los mom jeans están a la moda.
4. Entiendes sus regaños
Ahora hace sentido cada vez que te peleó por ese chico que no te convenía. Solo quería lo mejor para ti porque te ama más que a nadie en el mundo.
5. Su manera de pelear ahora es tu manera de pelear
Ya sea con sus ademanes o las frases que siempre la caracterizaron, you got them all!
6. Tus prioridades han cambiado
Salir con la camisa estrujada se ha convertido en el peor delito que puedas cometer. Dejas la ropa del trabajo lista la noche antes. Te levantas temprano para hacer desayuno y barrer un poco. ¡Hasta preparas el almuerzo del trabajo! Toda una ama de casa.
7. ¡Llegaron los achaques!
Dolor de espalda, dolor de cadera, dolor de rodilla. ¡¿Cuándo esto pasó?!
8. «Bajen la voz, los vecinos están durmiendo»
No fallaba que cada vez que tenías un sleep over en tu casa, tu mamá entraba a regañarte por el ruido. Ahora eres tú la que regañas a tus amigas cuando están haciendo mucho ruido un martes de vino en el apartamento.
9. Tu resistencia al alcohol decae lentamente
Dos copas de vino y ya estás picaíta. ¿Te acuerdas cuando podías estar toda la noche a fuerza de shots de tequila? Ya entiendes por qué tu mamá llegaba ebria después de ir a cenar. ¡A cenar!
10. La comida va por el mismo camino
Siempre escuchabas a tu mamá quejarte de cuántas libras había engordado desde que era joven. Bueno pues si no lo recuerdas, había una vez una linda princesa que podía comer todo lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Tu cuerpo ya no responde igual que antes. ¡¿Por qué?!
11. Buscas especiales
Wow. Ir de compras con mami era una eternidad. «¿En serio tienes que comparar precios? ¿Por qué no puedes coger lo primero que veas y ya?». ¡Bienvenida al mundo real! El bolsillo sufre lentamente. ¡Ya te entiendo mami!
12. No entiendes la nueva generación de adolescentes
Antes era ella quien no entendía lo que era «cool». Ahora te uniste a su bando. ¿En qué piensan los teenagers de hoy en día?
13. Te preocupas por llevar comida a las fiestas
Antes se trataba del alcohol. Ahora todas sabemos que la comida es lo más importante.
14. Te quejas en los sitios donde te atienden mal
«¿Puedo hablar con el gerente?», era una de las frases más aterrozirantes que salían de la boca de mami. ¡Qué bochorno! No podía aguantar la cara de vergüenza cada vez que se quejaba por su steak mal cocido. Ahora no solo me quejo de la comida, sino que también dejo un mal review como toda una millennial.
15. No le aguantas la mi**** a nadie
¿Recuerdas cuántas veces tu mamá te defendió de alguna injusticia? Well… ¡ya no tiene que hacerlo! Aprendiste de la mejor y no estás dispuesta a aguantarle menosprecios a nadie. Te has convertido en una mujer segura, fuerte y decidida.
Acéptalo. ¡Te llegó la hora!
Las cosas que más te molestan de tu mamá son las mismas que ahora tú haces. Pero, it’s okay! Al final del día, no importa cuánto crezcamos siempre seremos Jennifer Lawrence en la alfombra roja.
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